EL HOMBRE FÓSIL 
      
 Frank W. 
Cousins
  
      
 
 
      
3—EL ARGUMENTO ETNOLÓGICO
      
      
El hombre es un animal bípedo sin plumas. Después que 
Platón hubo definido al hombre como un animal bípedo sin plumas, él [Diógenes] 
desplumó un gallo, y llevándolo a la escuela, dijo: «Aquí tenéis el hombre de 
Platón». A partir de lo que se añadió la definición de «con uñas anchas y 
planas». Diógenes Laercio, lib. VI, C. II. Vit. 
Diog. C. VI. Secc. 40.  
       
       
      Son pocos los restos indubitables del hombre en el 
Plioceno y el Pleistoceno. Los diversos huesos que han salido a la luz han sido 
preservados por un mero azar, por cuanto parece que el hombre primitivo no 
sepultaba a sus muertos. 
      
       
      Al considerar los restos del hombre primitivo, no se debería 
perder de vista que cuando se va atrás en el tiempo la población humana 
disminuye hasta un número tan pequeño que se hace muy baja la probabilidad de 
que cualquier esqueleto humano quede fosilizado. Lo cierto es, me aventuro a 
pensar, que la oportunidad de aprender nada objetivo acerca de los orígenes del 
hombre en este planeta nunca se podrá seguir con rigor científico, por cuanto la 
dimensión exenta de fósiles nunca podrá cubrirse. Pero, en claro desafío a estas 
insuperables dificultades, abundan las especulaciones. 
      
       
      En base de los diversos restos fósiles del hombre, pocos 
objetarán a que el argumento etnológico se puede fundamentar en esencia 
sobre: 
      
       
      - a) La cubierta craneana de 
Trinil (Java) 
 -     (Asignada al Pithecanthropus 
erectus) 
 - b) El cráneo de 
Neanderthal 
 - c) Los dos esqueletos casi 
perfectos hallados en Spy y 
 - d) El cráneo de 
Cro-Magnon. 
  
      
       
      Las diferencias que exhiben estos huesos ordenados son 
modificaciones progresivas hacia los tipos del alto neolítico y modernos, y son 
por sí mismas totalmente incapaces de sustentar la teoría de que el propietario 
de la cubierta craneana de Trinil, digamos, y el hombre de Spy perteneciesen a 
especies distintas. Los índices craneanos (Pithecanthropus erectus 70, 
Neanderthal 73-76, 
Spy 70-75, 
Cro-Magnon 73-77) 
muestran que el hombre del paleolítico presentaba una cabeza larga 
(dolicocéfalo). El hombre del neolítico es, por lo general, de cabeza redonda 
(braquicéfalo), y se ha apremiado que la redondez de cabeza es totalmente 
sincrónica con la era neolítica, y que la especie de cabeza larga del 
paleolítico dio lugar de repente a la especie neolítica de cabeza 
redonda. 
      
       
      Desafortunadamente para este argumento hay evidencia de que 
continuó una dolicocefalia extrema en los tiempos neolíticos y que fue 
modificada sólo lentamente a la braquicefalia. En las cuevas neolíticas de 
Italia, Austria, Bélgica y en los túmulos de Gran Bretaña se encuentran cráneos 
de todas clases. En Francia, por ejemplo, hay abundante evidencia. 
Salmon completó una enumeración 
de 688 cráneos del neolítico y descubrió que el 58% son dolicocéfalos, 21% son 
braquicéfalos y 21% son intermedios. No hay duda acerca de la coetanidad de 
estos braquicéfalos neolíticos y dolicocéfalos paleolíticos, por cuanto varios 
de los esqueletos paleolíticos exhumados llevan todavía en sus vértebras las 
puntas de flecha neolíticas que los traspasaron (Fig. 1). En Bélgica y Holanda 
hay la misma mezcla de cabezas redondas y cabezas largas y de formas mixtas 
producidas por cruces, por ejemplo, los cráneos de Furfooz. Así se demuestra la 
interfertilidad permanente entre ellos en la Europa prehistórica, y así es en 
todo el mundo habitado. Un examen de los restos óseos del hombre en América 
sustenta el punto de vista de que la especie humana no ha variado desde 
posiblemente el Terciario, y desde luego el Cuaternario. El tipo paleolítico se 
encuentra en poblaciones modernas, por ejemplo en algunos españoles y 
portugueses, los galeses de Plynlimmon, los beduinos Shamar (en Irak), los vedas 
(India), bantúes (de Ruanda y Burundi), masais (África oriental), wolof (Sudán), 
fellahin (Egipto), Caraja (Brasil), esquimales (Canadá), los habitantes de la 
Isla de Pascua, micronesios (I. Carolinas), etc. Aunque el índice cefálico 
medio en Gran Bretaña en 
la actualidad no es dolicocéfalo, no sería difícil encontrar individuos que sí lo son. Hay también 
ciertos cráneos del sur de Australia que parecen hechos del mismo molde que el 
Neanderthal. Se debería señalar de manera enfática que todos los fisiólogos 
están de acuerdo en que las especies no pueden cruzarse con especies distintas; 
en realidad, el mismo Darwin estableció esto como un principio fundamental. Así, 
si los tipos paleolítico y neolítico representasen especies separadas de 
hombres, se tendrían que encontrar separados en todo momento. No es así. La 
unidad de la especie Hombre queda demostrada por la prueba de la 
fertilidad. 
      
       
        
       
        
 Fig. 1 
      
       
      Una vértebra del paleolítico con una cabeza de flecha 
neolítica incrustada. 
Cortesía del Museé de 
l’Homme, París.
      
      
      
      
       
       
      
      
      
      
      
SEDIN 
Servicio Evangélico - Documentación - 
Información 
      
Apartat 2002 
08200 SABADELL 
(Barcelona) ESPAÑA 
 | 
         Índice:
                  Índice de
         boletines 
                   
                  Índice
         de línea
         sobre línea 
                   
                  Página
         principal 
                   
                  Índice
         general castellano 
                   
                  Libros recomendados 
                   
                     orígenes 
                   
                     vida
         cristiana 
                   
                     bibliografía
         general 
                   
                  Coordinadora
         Creacionista 
                   
                  Museo de
         Máquinas Moleculares 
                   
                  Temas de
         actualidad 
                   
                  Documentos en
         PDF 
                  (clasificados por temas)
                    
       
      Para descargar el libro en formato 
PDF para Acrobat Reader, haga clic aquí (1,5 Mb)
 
          
          
          
          
          
          
          
          
         
                   
        |