Apéndice
Sobre 
Selección Natural
¿Qué animales son realmente
el alimento de los 
depredadores?
      Doctor E. NORBERTH SMITH
      Profesor de Biología en la Northeastern 0klahoma 
State University
       
Resumen: 
Se ha creído que los depredadores sirven a las 
especies depredadas al eliminar a los viejos, enfermos y mutilados. Esta 
pretendida eliminación selectiva de los débiles es central en los dogmas de 
Selección Natural y Evolución. Evidencias recientemente estudiadas parecen 
indicar que existe una selección casual como causa determinante de cuál animal 
es comido. Otras evidencias indican que, al menos bajo ciertas situaciones, hay 
una selección contra los fuertes y saludables. Las implicaciones evolutivas (o 
antievolutivas) son claras, y se precisa de una reevaluación crítica de la 
evidencia.
      
      INTRODUCCIÓN
      Los 
evolucionistas contemplan a los depredadores como prestando un servicio a la 
especie depredada al eliminar a los muy jóvenes, viejos, enfermos y mutilados. 
En lugar de perjudicar a la especie depredada, el depredador, al eliminar 
selectivamente a los individuos inferiores, tienen una parte importante en 
asegurar la supervivencia total de la especie y su supuesta 
evolución.
      También se 
considera que el depredador es importante para la supervivencia de la especie 
depredada al eliminar el exceso de población. Se dice a menudo que los 
depredadores son necesarios para mantener un control de población de la especie 
depredada. Se argumenta que sin depredadores la especie depredada se 
reproduciría descontroladamente hasta que se excediera la capacidad del hábitat 
ecológico, momento en el cual se produciría un declive catastrófico. Se cita a 
menudo el incidente de la 
Meseta Kaibab como evidencia de la necesidad de depredadores. 
Se eliminó a los depredadores del bosque de Kaibab en el Norte de Arizona al 
principio de los 1920; la población de ciervos aumentó, y después de un tiempo 
se extinguió.
      Hace tiempo 
que esta interpretación está abandonada. Según Lauchkhart: «Los cazadores hace 
tiempo que están convencidos de que la eliminación del puma de Kaibab no tuvo 
nada que ver con la explosión de población de los rebaños de ciervos. El aumento 
de ciervos fue debido. según todas las apariencias, a algunos cambios de 
hábitat.»  
      Caughley 
concluyó e n que poco se puede aprender de las estimaciones del número original 
de ciervos por Rasmassen,  ,  excepto que existió una 
explosión de población y una disminución consiguiente en algún, periodo de 
tiempo comprendido entre 1924 y 1930. Burk  despachó el incidente de 
Kaibab como un mito de larga persistencia. Howard propuso que «la historia de 
depredación de ciervos no se citara en publicaciones futuras.»  
      Se ha 
descubierto que muchas especies regulan la densidad de población 
independientemente de los efectos de los depredadores. La densidad de las tuzas 
no mostraba correlación con las fluctuaciones de densidad de los coyotes.  Los ratones de campo 
ajustan su densidad de población, sin depredadores ni irregularidades 
climáticas, a los recursos comestibles disponibles.  Wynne Edwards amasó 
evidencia extensa de regulación endógena de la densidad de población,  la evidencia ha sido 
revisada,  y las implicaciones 
evolutivas (o antievolutivas) han quedado expuestas.  Se observó que el número 
de liebres, roedores y perdices disminuyó al controlar 22 especies de 
depredadores.  Varios estudios de 
laboratorio han revelado reproducción reducida bajo condiciones de 
superpoblación.  ,  ,  ,  ,  ,  ,  
       
      ¿Cuál es el 
papel del depredador?
      ¿Cuál es, 
entonces, el papel del depredador? Desde Darwin hasta ahora se dice que los 
depredadores actúan como un filtro, eliminando lo inferior del depósito 
genético. Se supone que a través de la selección natural los depredadores 
mejoran continuamente la población reproductiva (y a su vez son mejorados ellos 
a causa de la dificultad de alimentarse de una especie depredada cada vez mejor) 
y proveen a la 
Selección de «fuerza» selectiva. Se admite que los depredadores 
son importantes para el proceso evolucionista solamente si alteran 
diferencialmente el potencial genético.  La eliminación al 
azar de individuos de la especie depredada no alteraría la frecuencia de 
genes.
      El concepto de 
que los más débiles, enfermos, y tarados caen víctimas del depredador es desde 
luego plausible a primera vista. Desde luego, si el cazador fuera un hombre 
desarmado, necesariamente mataría a los débiles, lentos, o jóvenes. Se razona 
que el depredador ahorra energía y asegura su alimento si persigue a los lentos 
y a los débiles. Entonces los sobrevivientes serían los depredados superiores 
genéticamente y tendrían ventaja. Debido a esta ventaja, durante largos lapsos 
de tiempo, llegarían a una posición mayoritaria al dejar mayor 
progenie.
      No obstante, 
la evidencia que la naturaleza nos presenta parece indicar que la suerte juega 
una parte principal en determinar cuál es el animal comido. La suerte no es 
selectiva y no puede alterar la frecuencia genética, La cuestión, entonces, de 
qué animales realmente comen los depredadores es de importancia, y tiene 
implicaciones fuertes de cara a la teoría de la evolución.
      Observaciones 
casuales durante la caza, la inspección de trampas y la pesca, muestran que la 
vasta mayoría de los animales salvajes son saludables, vigorosos, sin 
enfermedades y han hallado lo suficiente para comer como para poder mostrar 
depósitos significativos de grasas. ¿Dónde están los débiles, los hambrientos 
–el alimento de los depredadores? La contestación más frecuente –pero raramente 
confirmada– es que estos animales ya han sido víctimas, y que por lo tanto ya no 
se pueden hallar. Así vemos que la importante cuestión de que qué es lo que los 
depredadores comen no ha sido realmente aclarada.
      
      
      Presentación 
de observaciones
      Manteniendo 
varias especies de serpientes en condiciones de laboratorio por dos décadas, he 
observado que las serpientes parecen preferir presas activas y saludables. Si se 
le ofrece simultáneamente a una serpiente un ratón saludable y otro sordo y 
enfermo, la serpiente seleccionará invariablemente el saludable primero. De 
hecho, el ratón enfermo puede permanecer desatendido durante horas en cualquier 
rincón.
      Las siguientes 
observaciones fueron hechas por el veterano trampero de depredadores y biólogo 
Roy McBride, y dispongo de ellas a través de comunicación personal. McBride 
posee 20 años de experiencia cazando depredadores de ganado con trampas en Norte 
y Centroamérica, y está en la actualidad estudiando jaguares controlados por 
radio en las montañas de Texas. En la primavera de 1972 intentó capturar un lobo 
gris (Canis lupus baileyi) al Suroeste de Durango, México. Las huellas 
del animal eran fácilmente reconocibles ya que al lobo le faltaban dos dedos del 
pie anterior izquierdo.
      El lobo se 
dedicaba a matar novillos y vaquillas destetadas de un peso de 120 a 200 kg. Los 
ganaderos destetaron a todos los becerros simultáneamente, y muchos del rebaño 
eran jóvenes, débiles y con salud débil. Estos novillos débiles se cansaban muy 
rápidamente y podían ser tirados al suelo por un ranchero con mucha facilidad. 
De los 96 novillos muertos por el lobo, McBride examinó personalmente 55 antes 
de capturar el lobo. Sin ninguna excepción, el lobo seleccionaba a los animales 
más saludables a pesar de la abundancia de presas débiles. Los novillos jóvenes 
débiles no fueron atacados.
      Siguiendo a 
jaguares controlados por radio, McBride vio a uno que cazaba ciervos (se puede 
saber que están cazando porque se detienen en los puntos elevados para observar, 
en contraste a la línea recta de movimiento cuando no están de caza) apartarse 
de un ciervo vivo enredado en una valla. ¿No nos recuerda esto a un gato o perro 
jóvenes persiguiendo activamente a un ratón, perdiendo rápidamente el interés si 
queda herido y cae inmóvil?
      En otra 
ocasión cuatro venados estaban juntos en una colina cerca de la frontera 
mexicana. Un jaguar hembra mató a tres de los cuatro en un período de 90 días, 
pero dejó al cuarto que siempre había estado con ellos. El cuarto venado estaba 
en muy mala condición debido a una deformación de las patas delanteras. La 
conclusión de McBride es la de que los depredadores «seleccionan» algunas presas 
antes de la caza, y que con unas condiciones razonablemente favorables de clima 
y terreno no tienen ninguna dificultad en cazar animales saludables de la más 
alta capacidad.  
      Un estudio 
reciente revela resultados similares en la liebre Lepus americanus.  Se determinó la causa de 
mortalidad en animales balizados con radio, examinando los cadáveres. La 
depredación fue la causa de 21 de 26 de las muertes registradas. Se 
identificaron los depredadores en 15 de los 21 casos. Los depredadores incluían 
linces, coyotes, comadrejas, mochuelos y azores.
      Recientes 
datos han suministrado un índice de condición  utilizado para señalar 
la condición física de las liebres. Tan sólo una del total de 21 liebres cazadas 
por depredadores tenía un &iacu te;ndice de valor significativamente por 
debajo del valor medio de sobrevivientes (P < 0,05). Aquí, otra vez la 
evidencia parece indicar que los depredadores no eliminan preferentemente a los 
débiles y a los enfermos.
      La evidencia 
disponible, por lo menos para algunos depredadores bajo ciertas condiciones, 
indica que los depredadores son completamente capaces de capturar presas 
saludables de gran capacidad de resistencia; la suerte determina cuál es el 
animal comido. De hecho, la evidencia parece indicar que se evita con 
preferencia a los enfermos y débiles.
      
      
      Examen de las 
implicaciones
      Al examinar 
esto más de cerca, ¿no nos parece lógico y normal? Las presas débiles y lentas 
sufren a menudo alguna enfermedad infecciosa. Cualquier depredador que cazase a 
estos individuos correría el riesgo de infección. Son muchas las infecciones 
víricas y bacterianas que pueden ser transmitidas por contacto, o a través de la 
mucosa nasal o bucal. Muchos endoparásitos entran en su huésped por el conducto 
gastrointestinal.
      Parece ser que 
la evitación de los individuos lentos sería útil para minimizar la exposición a 
enfermedades contagiosas y a parásitos. Los animales débiles a causa de una baja 
nutrición son más susceptibles a enfermedad, y por esto también sería 
inconveniente seleccionar a estos animales. Una presa saludable, además, 
proporcionaría una alimentación mejor, tanto cuantitativa como 
cualitativamente.
      Los mismos 
métodos empleados por los depredadores no nos indican una selección de los poco 
saludables, débiles, o desatentos. Muchos depredadores son oportunistas y 
construyen trampas (hormiga-león, arañas) o se emboscan (muchos insectos y 
reptiles). Estos animales simplemente capturan lo que les cae. No hay ninguna 
selección de los menos capaces aquí. De hecho, parece que lo cierto es lo 
opuesto. Los animales capturados son los individuos fuertes que salen en 
búsqueda de alimento.
      Para los 
depredadores que cazan su presa la visión es a menudo muy importante. Los 
animales que responden a estímulos visuales son a menudo profundamente sensibles 
al menor movimiento. Una vez detectada, la más saludable de las presas puede ser 
generalmente capturada. De hecho, las presas lentas permanecen invisibles bajo 
su camuflaje.
      Volvemos a no 
tener evidencia de que se evitan las presas saludables. De hecho, parece ser que 
lo cierto es lo contrario, especialmente entre los carnívoros mamíferos. Parecen 
disfrutar de la caza, la persecución y la matanza. Los perros que llegan a 
conocer la excitación de perseguir y cazar ganado pueden ser «curados» solamente 
por su destrucción la mayor parte de las veces. Muchos depredadores parecen 
gozar de la caza que solo una presa saludable les puede proporcionar. De hecho, 
los animales que rehúsan correr parecen confundir y frustrar al 
depredador.
      La amplia 
utilización de la inmovilización total parece dar apoyo a esta deducción. Si los 
depredadores están simplemente buscando una comida f&a acute;cil, la 
inmovilización total podría parecer la peor respuesta posible a un ataque; y 
muchos animales se comportan así. Muchos insectos, isópodos, arañas, anfibios y 
reptiles permanecen inmóviles cuando se les inquieta. Un ejemplo común es cuando 
un perro se enfrenta con una tortuga o una culebra. En ambos casos el perro 
atacará enérgicamente al reptil, tan solo para perder completamente el interés 
cuando la presa no escapa.
      La 
inmovilización total es una respuesta al ataque tan bien desarrollada en ciertos 
marsupiales que la expresión «hacer la zarigüeya» es una frase corriente en el 
idioma inglés. La zarigüeya tiene una respuesta fisiológica altamente 
desarrollada que la capacita para desmayarse ante una tensión. Los vasos 
capilares se dilatan, la tensión sanguínea baja, y el animal pierde el 
conocimiento. ¿Cómo puede ser esto una protección contra los depredadores si 
cazan a los «débiles y a los lentos». Esta respuesta de la zarigüeya es útil 
solamente si el depredador está a la búsqueda de animales activos. De hecho, la 
caza parece ser un preludio importante a la matanza. Los animales que permanecen 
inmóviles cuando se les ataca escapan no por volverse invisibles para el 
depredador, sino porque confunden la secuencia normal: 
encuentro-persecución-matanza.
      Los 
depredadores que fueran capaces de vencer solamente a los poco saludables o a 
los débiles no serían capaces de sobrevivir por mucho tiempo. Los datos sacados 
de trampas y de observaciones de campo revelan que solamente una proporción muy 
pequeña de la mayor parte de las especies que sirven de presas están en mala 
condición. La mayor parte de los depredadores tienen una gran capacidad de 
ataque. Muchos carnívoros mamíferos y reptiles depredadores pueden ganar 
fácilmente a la carrera (o atrapar en una emboscada) vencer y matar animales 
mucho mayores que ellos en tamaño y peso. Consideremos a un lobo de 25 kg. 
derribando a un ciervo de 170 kg., y la potencia de las serpientes 
venenosas.
      Un argumento 
paralelo existe con respecto a los herbívoros. Aunque la mayor parte de los 
animales plantívoros seleccionan las especies que comen, hay bien poca evidencia 
de que seleccionan a los miembros inferiores de la población de plantas. 
Naturalmente, se dice que hay otros factores que tienen un mayor papel en la 
selección de las plantas, como la producción de semillas, germinación, 
competencia intraespecífica. Se podría decir que por lo menos en terrenos muy 
pastados existe una situación paralela al ejemplo del depredador-presa; y, no 
obstante, no parece que haya ninguna selección de lo menos apto. De hecho, la 
mayor parte de los herbívoros parecen seleccionar las plantas mejores y más bien 
desarrolladas. Otra vez vemos que los mismos argumentos valen para el valor 
nutritivo de los alimentos. Según toda la evidencia, es una selección negativa 
la que sufren los herbívoros.
      
      
      Sumario
      Sumarizando, 
la evidencia y la lógica indican claramente que los depredadores son bien 
capaces de cazar, y a menudo lo hacen, a los mejores representantes de la 
especie que les sirva de alimento. La selección al azar juega un papel 
importante en determinar qué animal es el comido. Se ha creído durante mucho 
tiempo que los depredadores son necesarios para mantener la densidad de 
población de la especie depredada, y suministrar el mecanismo para el 
mejoramiento del potencial genético de la presa al eliminar selectivamente a los 
individuos inferiores. En ambos aspectos de la relación depredador-presa penetra 
mucho el dogma evolucionista moderno.
      Si los 
individuos fecundos no son seleccionados, y si los depredadores (o herbívoros) 
no cosechan individuos fenotípicamente inferiores, la selección natural es un 
dogma sin un mecanismo que lo apoye. Está bien claro que se precisa de una 
reevaluación crítica de estos hechos.
       
      
      Fuente: 
Creation Research Society Quarterly: «Which Animals do predators really 
eat?», 13(2):79-81. © Copyright Creation 
Research Society, 1976. Publicado con permiso.